miércoles, 14 de noviembre de 2012

Carpintero


No suelo escribir prosa, o por lo menos una prosa que no trate de enredar en palabras un pensamiento. Esta vez sólo quiero expresar una idea. Una idea que cientos de mentes han tratado ya de expresar y que esta vez será desde mi humilde punto de vista.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo saber lo que queremos en la vida, y por qué al lograrlo a veces nos seguimos sintiendo vacíos?, ¿Cómo hacer entonces para saber que es lo que en realidad nos llena? El número de respuestas es infinito. Sin embargo, yo propongo una de ellas, para quién este dispuesto a leerla.

Afortunadamente, o desafortunadamente diría yo, la vida nos a dotado de una cajonera para organizar nuestros sentimientos, nuestros sueños y las experiencias con las que nos vamos encontrando. Cajonera forjada por las manos de la moral, la religión, la sociedad, la filosofía, nuestra familia, nuestra educación y las ideas de unos cuantos.

Sólo existe un problema. Sus cajones están ya definidos y muchas veces no dan espacio a la interpretación. Muchas veces nos vemos petrificados al no saber (o no querer saber) que meter en los cajones de lo "normal", "anormal", "merecido", "no merecido", "correcto", "incorrecto", "debido", "indebido"... ¿Entonces qué hacer con ella?

No es necesario destruirla. Parte de la magia de las experiencias es atesorarlas, y además de atesorarlas utilizarlas para crecer. Lo importante es saber que esta cajonera simplemente es una guía, y no dejar de meter experiencias que nos llenan simplemente porque parecen no caber en esos compartimentos que la gente presume comprender.

¿Cuantas cosas estamos dejando de vivir? ¿Cuantas cosas no sabemos que nos gustan porque no nos damos el lujo a probar, por el que dirán, porque no es lo debido, porque no es lo que planeamos, porque no es lo correcto, porque no lo recomiendan los psicólogos, la sociedad, la religión......? ¿Cómo tomar un tercer camino cuando nos hacen creer que solo existen dos?

¿Qué pasaría si un día despertamos y no estuviera esa cajonera? ¿Si no existiera el concepto del bien, del mal, el juicio en general? De una cosa estoy seguro; descubriríamos lo que queremos en realidad, aquello que nos da plenitud pero que nuestros ojos adaptados a esquemas sociales podrían estarse negando ver.

Es hasta que nos libramos de todo filtro mental que podemos ver claramente lo que queremos. Es normal querer decidir que hacer con eso después, pero no antes. El secreto está en tratar de ser niños otra vez, recuperar esa ilusión que ahora tenemos la fuerza de proteger con nuestras convicciones.

Basamos nuestra vida en pensar qué cabe en nuestra cajonera, cuando en verdad deberíamos primero pensar en que queremos meter en ella. El entorno se ha encargado de construirla, pero no somos conscientes de que está en nosotros modificarla. Al fin y al cabo es nuestra cajonera, es nuestra vida y son nuestras experiencias las que guardamos ahí.

Yo por lo pronto, me rodeo de cajones rotos y escombros; no puedo meter nada porque los cajones no están listos. Si estuvieran listos no sabría que meter. Ahí esta el reto, en la paciencia de saber que reacomodar implica un vacío. Vacío que no todos estan dispuestos a soportar, aunque sea para mejor.

¿Quién soy yo para decir estas palabras?
Nadie, un simple aprendiz de carpintero, cansado de acomodar mis sueños en cajones ajenos.




lunes, 29 de octubre de 2012

Gastando el Reloj

Hace tiempo que no me escucho 
Tal vez porque la ausencia se ha hecho ya también acústica
O es que simplemente ya no tengo nada que decirme

Hace tiempo que no hablo
Tal vez porque este silencio sigue devorándolo todo
O es que simplemente sé que no serás tu quien me escuche

Hace tiempo que no observo
Tal vez porque mis pupilas siguen empañadas
O es que simplemente me da rabia esa mirada perdida en el espejo

Hace tiempo que no escribo
Tal vez porque las palabras ya no son mi vehículo 
O es que simplemente esta vez no me llevarán a dónde quiero

Hace tiempo que no olvido
Tal vez porque ya no se ni lo que quiero recordar
O es que simplemente estoy cansado de recordar en vez de vivir

Hace tiempo que no me siento a ver las estrellas
Tal vez porque quiero que ahora sean ellas las que me cuenten a mi 
O es que simplemente sigo sabiendo que vemos el mismo cielo

Hace tiempo que no me encuentro
Tal vez porque el buscarme me ha perdido más y más
O es que simplemente sé donde estoy pero tengo miedo del viaje

Hace tiempo que el tiempo dejo de tener significado
Tal vez porque la espera inunda de agonía los minutos
O es que simplemente ya me di cuenta de qué estoy esperando 

Hace tiempo que duele 
Tal vez no hay un tal vez
Simplemente duele

Hace tiempo 
Tal vez ese es el problema
tiempo es lo único que queda

sábado, 11 de agosto de 2012

Desempolvando mi blog para llenarlo de telarañas...

martes, 7 de agosto de 2012

El mañana es hoy

Sobrante la palabra perfección cuando es tu foto la que aparece en mi diccionario;
Profundas las dos razones que envuelves en iris marrones;
Fugaz el olor de tu cuerpo, permanente la escencia de tu ser.
Ambivalentes las ganas de escuchar tus labios y de querer callarlos con un beso;
Innecesarios los sueños en los que hace falta dormir primero.
Enemigo el reloj cuando decide relativizar el tiempo.
Amigo el calendario si decidiera no dejar caer los días.
Anacrónico cada instante que parece no tomar su curso.

Dogmático creer que serás la persona mas importante en mi vida;
Confortante saber que lo has sido y lo eres hasta mañana.

jueves, 16 de febrero de 2012

La rutina mata, pero no deja morir...

jueves, 2 de febrero de 2012

Miedo a la obscuridad luz

Vivo en un sentimiento de cuatro paredes.

Una celda de recuerdos cuya llave perdí cegado.
Y cegado recorrería cielo, mar y tierra para encontrarla.
Un estado sin reflejo pupilar, una mirada vacía.
Y mis pupilas obstinadas en encontrar el faro de tu mirada.
Un frío interno que no se quita con sol, calor ni compañía.
Y tu tacto que es más que el sol, mi temperatura perfecta.
Una cama que ha pasado a ser un mueble más.
Y mis ganas de no dormir por saber que puede ser el último abrazo.
Mi felicidad que se esfuma en una constelación de estrellas artificiales.
Y este sentimiento de que si estuviera en mis manos, materializaría cada una sólo para tí.

Vivo en un sentimiento de cuatro paredes.
Paredes que se juntan amenazando con llevarse esa chispa que sólo tu supiste prender en mis ojos.

Por favor no prendas la luz, no quiero volver a sentir que no despierto a tu lado.