viernes, 1 de noviembre de 2013

Se busca

Tantas veces usé mis palabras como anestesia, que ahora no logro encontrarlas.
Apenas ayer revoloteaban inquietas en mi estómago.
Cubrí mi boca para atraparlas, pero letra a letra llegaron a mis manos y encontraron en papel su nueva casa, de donde escaparon sin mirar atrás.

Hace algunos amaneceres que no las veo, aunque las siento. Así cómo te siento sin verte. 
Pareciera que se las llevó el viento, volaban muy decididas con destino tus ojos.
Todavía despiden entre sus sílabas un tenue perfume, aquel que alguna vez fue mi oxígeno.
Ellas saben que no las leerás,
pero su perseverancia siempre ha superado a la mía.

Regresan a mi ventana en las noches.
Se aprovechan de la oscuridad que lo envuelve todo, incluso mi sentido común.
Susurran tu nombre en mi oído, haciendo que nazcan más en mi interior.
Cuando estoy a punto de materializarlas en mis sueños, vuelven a fundirse con la luz de las estrellas que no me dejan dormir.

Ya no se sí llamarlas mis palabras.
Últimamente son más tuyas que de mis labios. 
Y aunque se perfectamente donde están, no quiero ir a buscarlas.
Si las ves, y te prometo que lo harás, no olvides decirles que regresen a mi algún día. O que se queden contigo para siempre.

Tal vez esa sea la manera de romper con lo frágil que se ha vuelto el tratar de no recordarte.