Recuerdo haber sido luna, observando en mi soledad aquella
tierra que sigo sin comprender;
más no recuerdo haber sentido que gracias a mi luz, tus zapatos
caminaban sobre ella.
Hoy soy eclipse, aquel que no puedes ver a los ojos, pero
que sólo por hoy se siente irrepetible.
Recuerdo haber llevado clases de gramática;
más no recuerdo haber aprendido que las palabras
entrecomilladas no se prometen.
Hoy lo entiendo después de haber sido “el indicado”.
Recuerdo no creer en la existencia del karma.
Más no recuerdo haber sentido su ausencia cuando mis
lágrimas se hicieron gasolina.
Hoy soy el fénix que nunca se cansará de renacer de las
cenizas.
Recuerdo estar herido y sentir la sangre darme calor en vez
de frío;
más no recuerdo haberme rendido ante el enemigo, que terminé
siendo yo mismo.
Hoy soy aquella cicatriz, recordatorio de que perder una
batalla no implica perder la guerra.
Hoy ya no recuerdo.
Prefiero vivir en vez de recordar.
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