miércoles, 13 de enero de 2010

El Muelle


Mis pies tocaron la húmeda madera.
Pero la vista era tan bella qué no importó.
Sentado en la orilla sentí el vaivén del mar.
Qué a veces travieso quería mojarme los pies.
Y otras arrancarme del muelle dónde tanto me aferré.

Y ahí vi llegar tu barca, tu barca que me tomó por sorpresa.
Llenó la marea de huracanes de pasión.
De infinitos amaneceres y de brisa de sal que se colaba en la piel.
Surcamos los mares juntos, construimos nuevos paisajes.
El mar nunca se vio tan bello…

No hacía falta nada más.
Y de pronto llegó la noche, el frío mar separó nuestras manos.
Y nadamos sin dirección, buscando aquel muelle que nos cobijó.
Aquel muelle que lo fue todo, el escenario de la felicidad.
Aquel muelle al que queríamos regresar a admirar el paisaje.

Pero el mar no fue suficiente, ni la lluvia, ni la tormenta.
No hacía falta brújula ni timón.
Ni siquiera hizo falta el sol para iluminar el camino.
Ahí estamos tú y yo otra vez.
En ese muelle que lo fue todo, y que lo será.

Toma mi mano, y mira hacia el frente. Qué hermoso se ve todo desde aquí…

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