lunes, 7 de enero de 2013

Tú, yo; ayer.



Falta de cielo. El mar, espejo sin objeto, se vuelve transparente. Inhalo el viento, exhalo tu alma. Saboreas el amargo atardecer con un dolor placentero en los recuerdos. El ayer sube una escalera cargando una brocha.

Sentado en la esperanza contemplas como me alejo. Me alejo contemplando la orilla, tropezando. La orilla nos observa riendo de nuestra ingenuidad. El ayer espía a hurtadillas.

Palabras vienen y van. Decido atrapar algunas y guardarlas. Atrapas algunas para malinterpretarlas. Ellas, traviesas, deciden cambiar de personalidad con cada roce de labios. El ayer las desvanece sin piedad.

El silencio te hace fuerte, destrozándote. El ruido me aturde, sin eco. El mudo ayer carga un micrófono.

Espió a hurtadillas, desvaneciendo las palabras en mis labios y retocando el cielo con mi brocha. Hay un yo que tiene que quedarse en el ayer.

Y el ayer tocando a mi puerta; sin respuesta.



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