lunes, 5 de mayo de 2014

Sin destinatario

Otra vez mi insomnio tiene culpables.
Su presencia se esconde a contraluz,
rodeándose de instantes dónde el destino parece no ser una simple invención del hombre.

Ese calor corporal que alcanza para dos personas, y termina quemando a una sola.
La inerte almohada hastiada del cariño sin destinatario.
Búsqueda implacable por estar sólo, incluso ante el espejo.

Mi rutina medicinal que deja el ánimo somnoliento.
El círculo vicioso de lo común, de lo insoportablemente cómodo.
Mis oídos sordos de este lado de la puerta, sus golpes del otro.

Historias cuyos seis grados de separación no obedecen estadísticas.
Todo envuelto en el sentimiento de que lo quiero sin conocerle.
Quererlo con la magia de que las cosas no necesitan explicación.




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