miércoles, 3 de septiembre de 2014

Perder una batalla, ganar la guerra

Recuerdo haber sido luna, observando en mi soledad aquella tierra que sigo sin comprender;
más no recuerdo haber sentido que gracias a mi luz, tus zapatos caminaban sobre ella.
Hoy soy eclipse, aquel que no puedes ver a los ojos, pero que sólo por hoy se siente irrepetible.

Recuerdo haber llevado clases de gramática;
más no recuerdo haber aprendido que las palabras entrecomilladas no se prometen.
Hoy lo entiendo después de haber sido “el indicado”.

Recuerdo no creer en la existencia del karma.
Más no recuerdo haber sentido su ausencia cuando mis lágrimas se hicieron gasolina.
Hoy soy el fénix que nunca se cansará de renacer de las cenizas.

Recuerdo estar herido y sentir la sangre darme calor en vez de frío;
más no recuerdo haberme rendido ante el enemigo, que terminé siendo yo mismo.
Hoy soy aquella cicatriz, recordatorio de que perder una batalla no implica perder la guerra.

Hoy ya no recuerdo.


Prefiero vivir en vez de recordar.

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